Lo siento. No he podido evitarlo. Me parecía el título más ilustrativo. ¡Ahí Aclarémoslo desde el principio: el hierro del que hablaremos no es el nutricional, sino el que se mide por kilos en lugar de miligramos. Y en cuanto a la sangre, nos centraremos en el papel que desempeña en la congestión de un músculo y, lo que es más importante, en el aumento de tamaño.
La congestión ha gozado de una condición casi mística en el culturismo. Su popularidad crece y mengua, al igual que la importancia que se le concede. Durante muchos años, se la ha identificado con el desarrollo; era prácticamente una necesidad. Se creía que el máximo crecimiento muscular sólo lo proporcionaba la máxima congestión. De hecho, articulistas de prestigio de la prensa de los hierros, como Greg Zulak, sostienen que el potencial de un músculo puede juzgarse a partir de su capacidad para congestionarse. Por este mismo principio, las mejores partes corporales se congestionan mejor y con mayor rapidez. Zulak asegura que no se trata de una coincidencia. Y creo que tiene razón.
Por otra parte, hay personas que afirman que la congestión no guarda relación alguna con el desarrollo muscular. Uno de los grandes del culturismo, Mike Mentzer, por ejemplo, dice que la congestión proporciona una sensación fantástica, pero que no tiene nada que ver con el crecimiento. Claro está, dado que es preciso un mayor volumen de trabajo para alcanzar la congestión, los defensores del sistema heavy-duty no la experimentarán con demasiada frecuencia. Esto también podría presentarse como prueba de que la congestión no es un requisito indispensable para el desarrollo muscular. Mirad a Mentzer o a Dorian Yates. Han logrado una masa considerable sin necesidad de alcanzar la congestión.
¿No había dicho antes que estoy de acuerdo con Greg Zulak en que la congestionabilidad de un músculo constituye un buen indicador de su capacidad de respuesta y desarrollo. ¿Me estoy contradiciendo? No creo. Veréis, el grado de congestión de un músculo es un buen indicador de su potencial, pero la congestión en sí no es necesaria para el desarrollo.
He observado que cuanto más se congestiona un músculo, mejor es la relación que mantiene con la meóte. Cuarto más se siente un músculo, mejor y con mayor facilidad se congestionará y viceversa. Cuanto mayor es la congestión, más estrecha es la conexión entre mente y músculo. Y de esta relación deseo hablar. Rara vez la habéis oído nombrar porque es difícil de definir, pero estoy convencido de que todos los campeones la han desarrollado. Apuesto a que no triunfaréis sin ella. Si bien algunos campeones poseen una dotación genética envidiable, apenas son conscientes de la relación mente-músculo; la dan por sentada. Es posible que otras personas no lleguen a establecerla ni a poseer el físico de un campeón. Pero creo que la mayoría acaba creándola. De hecho, yo la identifiqué cuando se produjo. Fue como si hubiera abierto los ojos. En la mayoría del cuerpo ocurrió por sí misma, pero había una zona en la que no existía. No diré que la establecí de manera deliberada, pero ése fue el resultado.
En mis primeros años de entrenamiento, no era capaz de sentir los deltoides en las sesiones de entrenamientos de hombros. Elevaciones laterales, presses, remo alto... No importaba lo que hiciera: no experimentaba la congestión en los deltoides y, lo que era peor, nunca acababan doloridos, así que no debería haberme soprendido que no se desarrollaran. Lo más irónico es que creía que los deltoides eran los músculos más importantes de la parte superior del cuerpo-. Ningún otro grupo es visible desde cualquier ángulo. Nada mejora más la imagen de un físico. Y nada, en mi caso, respondía peor al entrenamiento.
El punto de inflexión llegó con una técnica denominada estimulación indirecta, que consiste en realizar dos movimientos compuestos completamente distintos que estimulen de manera indirecta la misma zona de un músculo. Debo decir que no creo que surta efecto en la mayoría de las ocasiones, pero obró maravillas con mis deltoides. Tanto el press tras nuca como el remo alto estimulan la cabeza lateral del deltoides, pero los demás músculos que intervienen son diferentes, de modo que la mayor parte de la fatiga se produce en los deltoides. El press trabaja el deltoides anterior y lateral y los tríceps; el remo alto, el deltoides lateral y posterior y una fracción del trapecio. La superserie de estos dos ejercicios ataca la cabeza lateral del deltoides como ninguna otra combinación.
No pretendo vender esta técnica como la mejor en culturismo para desarrollar los deltoides. Sólo pretendo decir que, para mí, constituyó un acicate. Con ella, experimenté la primera congestión en los deltoides de mi vida. Jamás olvidaré aquella sensación. Al cabo de unos meses, dejé de necesitar esa combinación. De repente, los movimientos que llevaba realizando durante tantos años empezaron a dar sus frutos. Lograba congestionar los deltoides con las elevaciones laterales. Antes, se congestionaban los trapecios. Sin querer, esta técnica me permitió establecer una relación entre la mente y los músculos. Desde entonces, mis deltoides han mejorado de manera considerable. No son tan grandes como me gustaría. Quizá nunca lleguen a serlo, pero guardan proporción con el resto del torso y eso es más de lo que podía decir antes.
Asimismo, Zulak ha manifestado que las partes corporales que más se entrenan en los primeros años de entrenamiento son las que mejor responden a lo largo de la carrera deportiva. Tampoco es casualidad. Cuanto más os concentréis en un grupo muscular, mejor será la conexión con la mente. Si una zona no responde a los entrenamientos, lo más probable es que sea la que presente una peor relación (cuando no ninguna) con la mente. Es fundamental establecer la conexión mente-músculo en todo el cuerpo, no sólo en las zonas que se desarrollan con mayor facilidad. Debéis sentir los músculos cuando los entrenáis. El problema es que si nunca habéis tenido esa sensación, estaréis pensando: "Siento dolor en los entrenamientos, así que existe esa conexión".
Lo lamento, pero no es tan fácil. Los principiantes no la notan, y nada de lo que diga puede describir esa sensación. Es como hablar otro idioma. Los culturistas de nivel avanzado serán los únicos que asientan con la cabeza y piensen: "Sí, la noto en los bíceps, pero en los gemelos...". Y es que es necesaria una cierta madurez en el entrenamiento. Cuando llevéis más| tiempo en el fisicoculturismo, sabréis a qué me refiero. Quizá se trata de la gran diferencia que separa a los culturistas de nivel inicial de los de nivel.
La congestión ha gozado de una condición casi mística en el culturismo. Su popularidad crece y mengua, al igual que la importancia que se le concede. Durante muchos años, se la ha identificado con el desarrollo; era prácticamente una necesidad. Se creía que el máximo crecimiento muscular sólo lo proporcionaba la máxima congestión. De hecho, articulistas de prestigio de la prensa de los hierros, como Greg Zulak, sostienen que el potencial de un músculo puede juzgarse a partir de su capacidad para congestionarse. Por este mismo principio, las mejores partes corporales se congestionan mejor y con mayor rapidez. Zulak asegura que no se trata de una coincidencia. Y creo que tiene razón.
Por otra parte, hay personas que afirman que la congestión no guarda relación alguna con el desarrollo muscular. Uno de los grandes del culturismo, Mike Mentzer, por ejemplo, dice que la congestión proporciona una sensación fantástica, pero que no tiene nada que ver con el crecimiento. Claro está, dado que es preciso un mayor volumen de trabajo para alcanzar la congestión, los defensores del sistema heavy-duty no la experimentarán con demasiada frecuencia. Esto también podría presentarse como prueba de que la congestión no es un requisito indispensable para el desarrollo muscular. Mirad a Mentzer o a Dorian Yates. Han logrado una masa considerable sin necesidad de alcanzar la congestión.
¿No había dicho antes que estoy de acuerdo con Greg Zulak en que la congestionabilidad de un músculo constituye un buen indicador de su capacidad de respuesta y desarrollo. ¿Me estoy contradiciendo? No creo. Veréis, el grado de congestión de un músculo es un buen indicador de su potencial, pero la congestión en sí no es necesaria para el desarrollo.
He observado que cuanto más se congestiona un músculo, mejor es la relación que mantiene con la meóte. Cuarto más se siente un músculo, mejor y con mayor facilidad se congestionará y viceversa. Cuanto mayor es la congestión, más estrecha es la conexión entre mente y músculo. Y de esta relación deseo hablar. Rara vez la habéis oído nombrar porque es difícil de definir, pero estoy convencido de que todos los campeones la han desarrollado. Apuesto a que no triunfaréis sin ella. Si bien algunos campeones poseen una dotación genética envidiable, apenas son conscientes de la relación mente-músculo; la dan por sentada. Es posible que otras personas no lleguen a establecerla ni a poseer el físico de un campeón. Pero creo que la mayoría acaba creándola. De hecho, yo la identifiqué cuando se produjo. Fue como si hubiera abierto los ojos. En la mayoría del cuerpo ocurrió por sí misma, pero había una zona en la que no existía. No diré que la establecí de manera deliberada, pero ése fue el resultado.
En mis primeros años de entrenamiento, no era capaz de sentir los deltoides en las sesiones de entrenamientos de hombros. Elevaciones laterales, presses, remo alto... No importaba lo que hiciera: no experimentaba la congestión en los deltoides y, lo que era peor, nunca acababan doloridos, así que no debería haberme soprendido que no se desarrollaran. Lo más irónico es que creía que los deltoides eran los músculos más importantes de la parte superior del cuerpo-. Ningún otro grupo es visible desde cualquier ángulo. Nada mejora más la imagen de un físico. Y nada, en mi caso, respondía peor al entrenamiento.
El punto de inflexión llegó con una técnica denominada estimulación indirecta, que consiste en realizar dos movimientos compuestos completamente distintos que estimulen de manera indirecta la misma zona de un músculo. Debo decir que no creo que surta efecto en la mayoría de las ocasiones, pero obró maravillas con mis deltoides. Tanto el press tras nuca como el remo alto estimulan la cabeza lateral del deltoides, pero los demás músculos que intervienen son diferentes, de modo que la mayor parte de la fatiga se produce en los deltoides. El press trabaja el deltoides anterior y lateral y los tríceps; el remo alto, el deltoides lateral y posterior y una fracción del trapecio. La superserie de estos dos ejercicios ataca la cabeza lateral del deltoides como ninguna otra combinación.
No pretendo vender esta técnica como la mejor en culturismo para desarrollar los deltoides. Sólo pretendo decir que, para mí, constituyó un acicate. Con ella, experimenté la primera congestión en los deltoides de mi vida. Jamás olvidaré aquella sensación. Al cabo de unos meses, dejé de necesitar esa combinación. De repente, los movimientos que llevaba realizando durante tantos años empezaron a dar sus frutos. Lograba congestionar los deltoides con las elevaciones laterales. Antes, se congestionaban los trapecios. Sin querer, esta técnica me permitió establecer una relación entre la mente y los músculos. Desde entonces, mis deltoides han mejorado de manera considerable. No son tan grandes como me gustaría. Quizá nunca lleguen a serlo, pero guardan proporción con el resto del torso y eso es más de lo que podía decir antes.
Asimismo, Zulak ha manifestado que las partes corporales que más se entrenan en los primeros años de entrenamiento son las que mejor responden a lo largo de la carrera deportiva. Tampoco es casualidad. Cuanto más os concentréis en un grupo muscular, mejor será la conexión con la mente. Si una zona no responde a los entrenamientos, lo más probable es que sea la que presente una peor relación (cuando no ninguna) con la mente. Es fundamental establecer la conexión mente-músculo en todo el cuerpo, no sólo en las zonas que se desarrollan con mayor facilidad. Debéis sentir los músculos cuando los entrenáis. El problema es que si nunca habéis tenido esa sensación, estaréis pensando: "Siento dolor en los entrenamientos, así que existe esa conexión".
Lo lamento, pero no es tan fácil. Los principiantes no la notan, y nada de lo que diga puede describir esa sensación. Es como hablar otro idioma. Los culturistas de nivel avanzado serán los únicos que asientan con la cabeza y piensen: "Sí, la noto en los bíceps, pero en los gemelos...". Y es que es necesaria una cierta madurez en el entrenamiento. Cuando llevéis más| tiempo en el fisicoculturismo, sabréis a qué me refiero. Quizá se trata de la gran diferencia que separa a los culturistas de nivel inicial de los de nivel.
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