Por Cándido Moro
Todos los culturistas tienen algo en común, bueno aparte de músculos muy grandes, y es su deseo infinito de alcanzar el status de profesional. Podéis preguntárselo una y mil veces y os dirán que su objetivo último es llegar a militar en las filas profesionales. Y es algo lógico puesto que hoy por hoy en el culturismo alcanzar la cima equivale a llegar a convertirse en profesional. Es como el futbolista que aspira a jugar en primera división, luego fichará o no por un equipo de los grandes, pero cualquier futbolista puede considerar que su carrera ha llegado a la cima si consigue jugar en primera.
Lo mismo sucede con los culturistas, si logran obtener el carné de profesional en cierto sentido eso constituye el broche de oro a sus carreras, aunque puede que nunca lleguen a ganar una competición profesional, de hecho la realidad es que muy pocos lo consiguen, pero llegar a profesional supone ya la consolidación de cualquier culturista porque ha llegado a jugar en primera división.
Sin embargo, en mi opinión, la obtención del tan ansiado carné no convierte a nadie automáticamente en profesional, porque algunos son profesionales como la copa de un pino sin tener ese carné y otros que sí lo tienen puede que nunca en su vida sepan lo que es ser unos verdaderos profesionales.
Si preguntáis a la gente de la calle qué diferencia hay entre un deportista profesional y otro amateur, seguramente os dirá que el profesional vive económicamente de su deporte, mientras que el amateur no, éste debe trabajar para vivir y aparte hace deporte como su afición, por eso es amateur.
Pero en el culturismo el carné de profesional no viene con una paga mensual, así que en ese sentido poco cambia la vida antes y después del carné. Económicamente no hay grandes cambios, o mejor dicho los hay, pero para la inmensa mayoría son negativos, porque a partir de entonces los gastos de asistir a las competiciones se han de sufragar personalmente.
Otros erróneamente asumen que la diferencia entre ambos está, o debe estar, en el grado máximo de desarrollo físico y piensan que el culturista profesional debe, según esa lógica, presentar un físico muy superior al amateur, pero eso tampoco es cierto, puesto que existen infinidad de culturistas amateurs con un desarrollo muy superior al de algunos, o incluso al de muchos profesionales.
Todos los culturistas tienen algo en común, bueno aparte de músculos muy grandes, y es su deseo infinito de alcanzar el status de profesional. Podéis preguntárselo una y mil veces y os dirán que su objetivo último es llegar a militar en las filas profesionales. Y es algo lógico puesto que hoy por hoy en el culturismo alcanzar la cima equivale a llegar a convertirse en profesional. Es como el futbolista que aspira a jugar en primera división, luego fichará o no por un equipo de los grandes, pero cualquier futbolista puede considerar que su carrera ha llegado a la cima si consigue jugar en primera.
Lo mismo sucede con los culturistas, si logran obtener el carné de profesional en cierto sentido eso constituye el broche de oro a sus carreras, aunque puede que nunca lleguen a ganar una competición profesional, de hecho la realidad es que muy pocos lo consiguen, pero llegar a profesional supone ya la consolidación de cualquier culturista porque ha llegado a jugar en primera división.
Sin embargo, en mi opinión, la obtención del tan ansiado carné no convierte a nadie automáticamente en profesional, porque algunos son profesionales como la copa de un pino sin tener ese carné y otros que sí lo tienen puede que nunca en su vida sepan lo que es ser unos verdaderos profesionales.
Si preguntáis a la gente de la calle qué diferencia hay entre un deportista profesional y otro amateur, seguramente os dirá que el profesional vive económicamente de su deporte, mientras que el amateur no, éste debe trabajar para vivir y aparte hace deporte como su afición, por eso es amateur.
Pero en el culturismo el carné de profesional no viene con una paga mensual, así que en ese sentido poco cambia la vida antes y después del carné. Económicamente no hay grandes cambios, o mejor dicho los hay, pero para la inmensa mayoría son negativos, porque a partir de entonces los gastos de asistir a las competiciones se han de sufragar personalmente.
Otros erróneamente asumen que la diferencia entre ambos está, o debe estar, en el grado máximo de desarrollo físico y piensan que el culturista profesional debe, según esa lógica, presentar un físico muy superior al amateur, pero eso tampoco es cierto, puesto que existen infinidad de culturistas amateurs con un desarrollo muy superior al de algunos, o incluso al de muchos profesionales.
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