
El primero es saber hasta donde bajar. Si bajamos poco, más que el pectoral estaremos trabajando el triceps, pero si bajamos en exceso estaremos forzando la articulación del hombro y comprometiendo al manguito rotador y a tendones que pasan por esta articulación. La bajada perfecta es aquella en la que la articulación del codo no vaya mucho más de los 90 grados, que suele ser cuando el pectoral está a la altura de las paralelas.
Otro punto importante está en la subida. Hay que intentar no encoger los hombros y agachar la cabeza, al contrario, debemos mirar hacia delante e intentar subir en bloque, así evitaremos posibles contracturas y trabajaremos el pectoral en su totalidad, sin echar mano de otros músculos.
El final de la subida también hay que tenerlo en cuenta, lo normal es subir hasta hiperextender el codo, pero hacer esto cuando estamos trabajando con intensidad es potencialmente lesivo para la articulación. La subida debe ser controlada y debemos intentar pararla antes de hacer “tope” con el codo, decelerando progresivamente el movimiento y volviendo a descender.
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