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9 de febrero de 2011

Fisicoculturismo: ¡La solución del 5%!

Por Johnny Fitness

Esa es la misma preocupación de los profesionales de hoy día –amateurs e incluso miembros regulares del gimnasio– la acumulación excesiva de músculo por delante de la simetría y de la funcionalidad.

La otra avalancha semejante de opiniones abiertas que se acerca a la suscitada por ese editorial, fue cuando hace años consultamos a los lectores acerca de la sección pictórica de cuerpos femeninos ”Hot Bodies” y su posible desaparición o mantenimiento. Como podéis imaginar más del 90% de los que contestaron a nuestra encuesta escribiendo, enviando e.mail o telefoneando, gritaron pidiendo que continuásemos publicando aquellos especiales de lencería. Tan fuerte fue la reacción de los lectores que estuvimos obligados a mantener esa sección fija, aunque ofreciendo una versión más reducida y moderada.

Es aplastante la cantidad de aquellos que han sentido la necesidad de hacernos saber que comparten la visión de Robert Kennedy en que los monstruos barrigones que tanto predominan hoy constituyen el problema de este deporte. Ven la creciente tendencia de los jueces a favorecer la masa sobre la proporción como la podredumbre que matará el culturismo estético para siempre. Más de uno ha culpado por la próxima defunción del culturismo, tanto masculino como femenino, a los esteroides anabólicos. Prohibid los esteroides –dicen– y de nuevo valdrá la pena admirar los físicos, o pagar por verlos sobre el escenario y eso resultará en menos muertes, ataques de corazón, así como menos fallos renales y hepáticos. Hemos recogido el punto que queréis subrayar, pero aquí va mi pequeña contribución al tema.

Sí, los esteroides cuando se abusa de ellos pueden matar, lisiar e incapacitar, pero la mayoría de los atletas se destruyen preparándose para competir, no solamente con los esteroides, que utilizan para acumular masa corporal, sino por la combinación mortal de drogas dirigidas a alcanzar un nivel de grasa corporal de un solo dígito, tan bajo para sus tipos de cuerpos que cabe pensar que sólo la unidad de cuidados intensivos puede salvarlos. Más allá de la separación y la definición muscular éstos piensan que a menos que cada estriación y cada nervio queden al descubierto y cada vena quede pegada a la superficie de sus músculos, nunca ganarán una competición.

Lo que no perciben es que cuanto menor sea su nivel de grasa corporal, menores serán sus posibilidades de supervivencia. No es necesario enumerar la lista de nombres que pagaron la máxima multa persiguiendo el cero de grasa corporal. El respeto por los muertos nos prohíbe exponerlos por haber tomado malas decisiones desde la sepultura. Sin embargo, cualquiera que haya tenido un poco de interés por la historia de nuestro deporte será consciente de la longitud de esa lista. Seguramente, cada culturista pensante debe preguntarse qué aspecto tendría uno de esos físicos de alto calibre que dijo adiós por culpa del uso excesivo de diuréticos, hormona del crecimiento, beta-agonistas, insulina, fármacos tiroideos y pituitaricos sin toda esa farmacología. No tan recortado sin duda, pero mucho más saludable.

¿La solución del 5%?

La idea no es enteramente mía. El escritor Tony Monchinski propuso hace años los pasos que deberían tomarse para realizar un control en todas las competiciones profesionales y amateur, no sólo para detectar los esteroides, sino también para la grasa corporal peligrosamente baja. Está bien, ya os estoy oyendo. Institucionalizar semejante control sería, por supuesto casi imposible, aparte de lo costoso financieramente. Existen demasiadas variables, –algunos están agraciados con niveles ultra bajos de grasa corporal y elevada muscularidad desde el nacimiento– además no lograríamos nunca erradicar los esteroides. Si existiese una forma de descartar imparcialmente a aquellos que se secan hasta el punto de rozar la muerte y descalificarlos, el control podría funcionar, pero ¿quién decide? Supongo que ver a un culturista colapsarse detrás del escenario, revolcarse en agonía con calambres o tener que ser sacado fuera del escenario tan tieso como si se hubiese instalado ya el rigor mortis, sería una pista evidente. Como podría serlo los niveles de grasa corporal excesivamente bajos, puede que el 5% fuese el nivel de tope.

Eliminar la necesidad de estar recortado hasta la médula de la ecuación no eliminaría el factor de impacto visual sobre el público ni de atracción en las competiciones. ¿Qué le importan las estriaciones cruzadas ultradefinidas, las venas como mangueras o los femorales diseccionados en décimas a cualquiera que esté sentado más allá de la fila cinco de butacas? Si de todas formas no pueden verlos y el cuerpo del atleta no pierde nada de su impacto visual debido a su ausencia.

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