Si bien la genética influye mucho al respecto, un entrenamiento planificado, adecuado a las necesidades y el cuerpo de cada individuo, será la clave para lograr un equilibrio en el crecimiento muscular que no propicie asimetrías ni descompensaciones.
Para llevar a cabo el principio de prioridad, lo primero que debemos hacer es reconocer los músculos más débiles, es decir, aquellos menos desarrollados a la vista o que resultan más difícil ejercitarlos porque se fatigan rápidamente.
El paso a seguir es ejercitar primero el músculo más débil, teniendo en cuenta que el músculo prioritario requiere de mayor intensidad y ésta sólo puede brindarse al principio del entrenamiento, momento en el que más energía poseemos.
Además, no olvidemos que los grandes grupos musculares, como el pecho o la espalda, requieren de gran esfuerzo y múltiples movimientos articulares, por lo que deben ser entrenados en primer lugar si requieren prioridad, pues si se ejercita primero el músculo pequeño débil, se pueden fatigar los músculos adyacentes involucrados en los movimientos multiarticulares.
Sólo podrá entrenarse un músculo pequeño primero si el que necesita prioridad no se involucra en los movimientos multiarticualres de un músculo grande, por ejemplo, gemelos y pecho.
Por esta misma razón, no se aconseja ejercitar dos grandes grupos musculares seguidos, ya que los músculos débiles requieren de alta intensidad y no pueden fatigarse antes de tiempo, sino que necesitan toda la energía a su disposición.
Entonces, para lograr un anabolismo muscular equilibrado, así como un parejo desarrollo de la fuerza, es necesario que identifiques los músculos débiles o menos desarrollados de tu cuerpo y comiences con ellos en cada entrenamiento. Sólo brindando prioridad a la parte del cuerpo que lo necesita, se conseguirá una simetría en el crecimiento muscular que lucirá bien estéticamente y evitará descompensaciones que pueden ser la causa de una lesión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario